La hoja en blanco, la piedra, comienza a ser carbón desde el
cincel de la palabra; empiezo entonces a
esculpir sus contornos creando nuevas frases, poco a poco toman forma los
párrafos. La imperfección del carbón se
va puliendo, el diamante fue carbón en
su otra vida, sólo el fénix sobrevive a un karma tan solemne, y se reinventa
exorcizado por el fuego. La expiación de la lumbre fortalece la arcilla quien,
a su vez, nunca olvida que proviene del barro.
Esculpiendo silencios se desgranan palabras. Refinando
detalles el granito engalana su traje de escultura. La mente se desnuda
vistiendo al papel con atavío de fiesta y otras veces con modestos harapos. La
magia está en los detalles, cada vez que se pule el diamante nace una nueva
faceta. Ya poco queda del carbón polvoriento que se funde en la hoguera dando a
luz a una gema imperfecta con sus multifacéticas
miradas; nadie sabe qué sintió el escultor, nadie sabe que sentirá el lector al
encontrarse cara a cara con la obra y mucho menos qué faz descubrirá.
Papel, granito, fénix, piedra, carbón, diamante. Fuego que
funde, que consume, que muta. Karma que enciende, que crea, que transforma.
Magia, expiación, exorcismos. Mil procesos, una sola creación y un diamante de
mil caras para ser descubierto con una sola mirada.
S.N.L. 30/11/2012
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