sábado, 30 de julio de 2016

Confesiones

Hace hoy, 26 años comencé a escribir. Hacía pocas horas que me habían informado que mi mamá había fallecido y en esta misma casa en la que vivo hace seis meses, por cosas del destino, la vida, las decisiones; en ésta misma mesa, comencé a hilar historias en la parte trasera de un catálogo de video club, con un lápiz y eligiendo mis personajes de unas tarjetas recortadas de una revista infantil (Anteojito) 
En la historia Cenicienta y Aladino contratan a Sherlock Holmes y al Dr. Watson porque el Hada Madrina y el Genio habían desaparecido y los necesitaban con urgencia. 
En resumidas cuentas, siguen las pistas hasta una isla, donde las hadas, genios, y otras figuras de fantasía se reunían, Supongo que mi mente de nena de doce años quería que mi Hada Madrina / Genio que acababa de desaparecer estuviera en esa isla. 
Nunca lo había contado hasta el '96 en el que una  muy buena amiga me lo hizo notar. Y el año pasado exorcizadas por la presentación de mi libro, estas confesiones salieron a la luz, y mis seres queridos se enteraron de aquel primer intento de sublimar el dolor que se transformó en una forma de vida extraordinaria.
26 años. Pucha. Veintiséis años separan a la mujer de aquella nena. Es increíble que sean las mismas paredes y la misma mesa testigos de este encuentro fuera del tiempo y del espacio.
Ignoro dónde habrán ido a para esos papeles, ya amarillos, debo suponer. Quizás hasta esté  en borroneado el lápiz por el tiempo. No me hacen falta, están en mí, siempre estarán como un tatuaje en mi esencia.
Estoy en Paz. 
 
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