sábado, 30 de julio de 2011

Un día 30

No sé lo que nos dijimos esa noche, ni qué comimos ni qué tenía puesto para dormir. Aquella noche del 29 fue una noche como otras, tranquila, poco memorable, una más de tantas dentro de la rutina. Seguramente tuvimos una cena agradable, charlamos, jugamos con la perra antes de irnos a dormir. Nos dimos las buenas noches, un beso, nos deseamos felices sueños, supongo.

Al día siguiente me habré levantado tranquila, no sospechaba la noticia que me esperaba... ese fue el clic que hiciera del 30 un día distinto a los otros, memorable como una pesadilla, triste, gris, que hace que esté presente en nuestras vidas desde hace 21 años ya.

Las cosas simples de la vida deberían ser las memorables, esos momentos que vivimos rutinariamente, esas pequeñas cosas (como las de Serrat y no tanto) que encerradas en la consigna de "vida diaria" no le damos menor importancia y al filo de una muerte o tragedia se convierten en oro en polvo. No sé cuál fue la ultima charla que tuve con ella, si sé la que yo quería tener y no pude. Sé todas las cosas que le quería contar y no me lo permitieron, porque estaba cansada, porque no convenía, porque sufría y agonizaba y me lo escondían. No sé que me dijo, no sé cuál fue su última caricia... No sé qué planeábamos con mi hermana aquella noche antes de dormir, en la confidencia de una cama a otra, entre la tenue luz de veladores, qué queríamos hacer y decirle cuando la visitáramos. No recuerdo cuál fue la última vez que nos llevaron a ver a mamá... Sé cuándo llegó la noticia, qué estaba haciendo entonces, qué pasó durante todo ese día, cuántos años teníamos (mi hermana, una nena y yo entrando a una forzada- madura adolescencia), a cuánta gente vimos y oímos contándonos cosas de ella que ya sabíamos a la perfección; sé también, que ese fue el día en el que comencé a escribir. Lo sé y recuerdo perfectamente...todo... y lo voy a seguir haciendo hasta que mi cuerpo y la edad boicoteen mis recuerdos...

Atesorar las pequeñas cosas es lo importante, que los días puedan diferenciarse uno de otro por lo importante de un beso, una palabra, una caricia... nunca se sabe cuando uno amanece en un día 30.

CARPE DIEM, QUAM MINIMUM CREDULA POSTERO.
 
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