martes, 2 de junio de 2009

Héroes

Quizás te decepcione al ver que mis héroes no son sacados de historietas, no. Cuando tenía la edad de mi hijo –cinco años- mis héroes eran de carne y hueso, pero tenían poderes especiales. Eran mis super-héroes sin capa ni antifaz.
Mi tío Manolo era capaz de hacer un crucigrama sumido en un profundo trance en cuestión de minutos – increíble – era infalible, no había palabra que se resistiera. Sin mencionar que en su juventud había manejado un tranvía dormido – y bueno, era humano- llevándolo sin complicaciones hasta el garaje durante su turno nocturno.
Y mi tía Felisa era la que sabía a la perfección la receta secreta de la comida favorita de esta servidora y nunca revelaba la fórmula, ni ante una sesión intensiva de cosquillas. El tío Fidel era capaz de llorar enfrente mío sin avergonzarse. La tía Eugenia leía mientras caminaba sin aminorar la marcha y sin caerse. Arte interesante. Todavía trato de perfeccionarme.
La abuela que conjuraba a su tierra con unos hechizos más que eficientes “...Ondiñas veñen, ondiñas veñen e van...” y me pasó el gran secreto para estudiar y recordar la lección. Matrícula jamás registrada pero bajo llave.
Y la tía Lucy, inmune a los caramelos media hora. – ¡Puaj!- Pero traía también bombones frutales.
El tío Victor – Mi padrino, doble peso- era el único que me llamaba por otro nombre sin lograr que me ofendiera, ese sí es un poder importante. Tal vez tenía cierta telepatía y dominaba mi psiquis. Me leía el alma.
Claro está uno espera que los héroes fueran los padres, mis padres son un capítulo aparte . (Era su obligación ser mis héroes, las de mis tíos no) Todos tíos abuelos, todos más allá del deber; eran mis X Men sin mutaciones de por medio. Invencibles. Pero mortales.
Ahora mis héroes cambiaron, el principal es un enano de un metro con dieciséis centímetros, que está al tanto del reporte meteorológico para los días en que curso mi carrera preocupado por lo que debo vestir para no enfermarme ; o combate contra su curiosidad para no estar encima mío en el momento que leo o trabajo en casa – como si me molestara- . Un enano que suma y resta, escucha música clásica –aunque no sepa cómo se llama- y que se preocupa porque los compañeritos no lo creen un genio, pero no lo lastima, porque sabe que quienes lo quieren y conocen saben cuánto vale.
Y hay otros dos enanos de tres y cuatro años que me compran solamente con la picardía de la mirada, porque hoy día, que mantengan esa candidez es un tesoro y que sean tan felices y pícaros los hace mis héroes sin pensarlo dos veces. Tienen el poder de desarmarme con una simple palabra, incluso a media lengua ya tenían ese talento.
A veces buscamos héroes más allá de nuestras narices, cuando los tenemos a la distancia de un abrazo.


SNL - Sil- Fénix Negro.
 
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