sábado, 21 de marzo de 2009

El desinterés por la lectura


(Cerrando, hoy un ciclo dejo un texto argumentativo acerca del desinterés por la lectura.)

Pareciera Vox Populi, relacionar el desinterés por la lectura con la adolescencia y más aun, se suma a la ecuación la falta de recursos por un lado y el auge tecnológico por otro, que hace que los adolescentes de mayores recursos económicos se vuelquen a los juegos de video y/u online, “facebook”, y los famosos fotologs-entre otros- más que en la lectura. ¿Realmente esto es así? La falta de interés, ¿es propia de una edad determinada?; ¿Son la falta de medios y recursos, y la tecnología realmente los culpables?
Definitivamente éstos son fenómenos sociales que influyen en la formación y educación de una persona, por lo tanto, en todas y cada una de sus actividades; pero no son la causa principal del tema en cuestión. Tampoco creo que sea un tema relacionado exclusivamente con la adolescencia, sino intrínsecamente vinculado con la falta de motivación y la falsa premisa cultural de creer que la lectura está emparentada con el ámbito educativo y literario.
Existen bibliotecas barriales, incluso dentro de comedores populares o sociedades de fomento; existen bibliotecas virtuales, con la ventaja de poder descargar libros en formato word o pdf, y accediendo a cantidad de libros que incluso son difíciles de conseguir ya en su versión en papel. Hay asociaciones que se encargan de llevar y despertar el interés por la lectura a todos los espectros sociales y desmitificar la idea de que leer es aburrido y que solamente se leen libros. Pero sin duda padecemos de la falta de conocimiento, “Hay un libro para cada persona y una persona para cada libro” nos falta despertar ese interés que nos haga encontrar esa compatibilidad.

Realicé una pequeña encuesta a veinte personas, con distintos niveles de estudio, de entre 30 y 70 años acerca de la lectura en su vida diaria, el resultado es el siguiente:
El 30% leyó 1 libro en este último año; otro 30% entre 2 y 5 libros; un 15 % entre 5 y 10; más de 10 libros un 0% y un 25 % ningún libro. Por otro lado al preguntarles si leían diarios o revistas y con qué frecuencia : Si, diariamente el 15% ; Sí a veces el 55 %; Casi nunca el 30%. Sólo 4 de 10 padres compran libros fuera de los textos escolares.

Al preguntar por qué pensaban que era generalizada la falta de interés en la lectura, las respuestas variaban pero convergían en estas frases: ¿para qué leer un libro si puedo ver la película?; ¿para qué leer el diario si los noticieros me “cuentan” lo que pasó?; ¿para qué ver una revista si en la radio dicen los mismos “chimentos”?; ¿para qué buscar en revi-posters científicos si los documentales son más completos? He aquí el quid de la cuestión ¿para qué? ¿por qué? ¿de qué me sirve?

Evidentemente la respuesta está dentro nuestro, cada uno tendrá una visión distinta de la lectura y una vivencia también particular. Aunque la respuesta debería ser sencilla: leo porque me perfecciona, porque amplía mi vocabulario y me plantea nuevos desafíos; porque leyendo comprendo el mundo de otra manera; porque mi forma de asimilar un texto difiere de la interpretación que pueda darle el director de la película; porque mi manera de interpretar la realidad “entre líneas” puede disentir con lo que comprendió el periodista y yo sé qué noticias me sirven e interesan saber y cuáles no. Porque me gusta investigar, saber, entender y buscar por mi cuenta los conocimientos científicos y no tan científicos y prefiero tener una guía y que no me impongan los saberes.

El problema reside en difundir la importancia de la autonomía que nos da la lectura, los beneficios que brinda; despertar la preocupación por autosuperarse, por desarrollar competencias que nos lleven a encontrarnos con ese libro que está hecho para nosotros y está esperándonos en algún sitio para abrirnos la puerta de nuevos mundos y conocimientos.


S.L.
 
Chat gratis