Antes de ver Casablanca en el cine desconocía la verdadera
razón del porqué me gustaba; me dejé llevar por la idea del clásico, del
encanto que encierra el cine de oro. Ahora comprendo que lleva un mensaje
detrás de la historia romántica de Rick e Ilsa, mayor que la historia de
personas como Lazlo, Ilsa, el inspector Reneau, Rick y Sam.
Casablanca encierra el mismo encanto que La elegancia del
erizo, que Kamchatka, que Por quién doblan las campanas, que el Libro de
Manuel, que Rayuela, hasta podría hablarse de
Drácula…creo que es un hilo conductor que tienen en común, como tantas
otras historias a las que adoro. Hablan de un refugio, de un último lugar de
resistencia, de un lugar físico y a la vez virtual de confort, de protección,
de amparo. Los lugares físicos, esos lugares en el mundo donde nos encontramos
a resguardo, lugares donde nos vemos forzados a permanecer, que elegimos o a
los que estamos destinados o a los cuales nos confinan pero igualmente son los
que nos da la sensación de bastión protector. Lugares-personas en los que nos
apoyamos, que nos dan esa misma seguridad, que resisten junto a nosotros
dándonos esa sensación de calidez, de contención.
Sabrina, en la historia homónima, se refugia en París cuando ya la cochera no
puede contenerla de sus desilusiones; y al regresar, sin quererlo, intentando
refugiarse en David, se refugia en
Linus. La Señora Michelle en La elegancia… se refugia en su personaje de
portera y hace de su portería el lugar ideal de resistencia, mientras que
Paloma creyendo estar al resguardo en su plan de suicidarse, encuentra el mejor
escondite en sus haikus y el diario del movimiento del mundo que la llevarán al
mejor abrigo, el de la amistad de aquellos que saben ver más allá de las
corazas y los espejismos.
Mina y Jonathan
Harker, el Dr. Seward, Van Helsing, Quency Morris, Arthur Holmwood y hasta el
mismo Renfield recisten a la amenaza
de Drácula. Renfield desde su locura,
los demás apoyándose los unos en los otros, el grupo es su mejor refugio, su
último refugio.
Pienso también en Juan Salvo y Germán siempre como el lobo, fuertes en la soledad,
solidarios en el grupo. Germán desde el Eternauta II parafrasea a Sartre que
bien decía que el infierno son los otros; desde la resistencia de las viñetas,
desde la clandestinidad de su nombre de guerra, desde el dolor de esos años,
Oesterheld dice que el paraíso son los otros, y yo creo, que ambos lo son.
Quienes nos orillan a oponer resistencia son nuestro infierno, pero existen
esos baluartes donde nos amparamos que son realmente el paraíso y nos ayudan a
sobreponernos a cualquier tiniebla.
La Resistencia siempre es distinta, hay algunas más profundas
y dolorosas que otras, pero ninguna es insignificante. Todas marcan, todas nos
cambian, todas dejan algo, lo importante es no traicionarse, es poder ser sin
avergonzarnos, seguir adelante con nuestros estandartes.
Siempre habrá un lugar desde donde evitaremos transigir,
siempre habrá una persona que nos estimule
a no ceder, siempre estará la esperanza: nunca está todo completamente
perdido… Siempre encontraremos albergue donde lamernos las heridas, reagrupar
fuerzas y seguir adelante.
Cortázar diría que los libros siguen siendo el único lugar de
la casa donde se puede estar tranquilo… muchos hablan de la metáfora de la
casa-país y los libros el único lugar donde se puede decir, ser. Todos
necesitamos y buscamos un Casablanca, un Café de Rick, un Kamchatka desde donde
resistir hasta más no poder… no estoy segura de cuál es el mío, pero sé que los
libros se le parecen mucho, son refugios transitorios, las letras suelen ser
más precisas. Tengo una idea más fuerte de quienes son mis refugios, los
lugares físicos varían, pero los lugares-personas jamás sucumben.
Noviembre 2012 S.L.