“No vas a saber qué hacer sin mí” Me gritó cuando le cerré la puerta en la cara.
...Y la verdad es que tenía razón, ahora que lo pienso:
-No aparece el toallón empapado sobre la cama obligándome a cambiar las sábanas recién puestas.
-Al entrar al baño encuentro la tabla baja y seca; y el baño en sí ya no está mojado y desordenado ni aparecen pelos en las rejillas.
-La basura ya no tiene tendencias suicida y se mantiene en el tacho.
-No hay ropa sucia mezclada con la limpia y desperdigada por toda la casa.
-El perro dejó de “filtrarse” por las ventanas así que los pisos se mantienen sin barro y los sillones libres de pelo.
-No hay que recalentar la comida ni improvisar por “invitados sorpresa” a último momento.
-No hay papeles ni colillas al costado de la cama ni del inodoro y mucho menos frente al televisor.
-Siempre que abro la heladera hay botellas llenas o por la mitad, nunca vacías como antes.
-Las cosas ya no se pierden.
-No llegan reclamos de cobro por facturas vencidas que hay que correr a pagar para mantener los servicios.
Y afortunadamente terminaron las llamadas misteriosas en medio de la noche y los reclamos incesantes por problemas inexistentes.
Sí, definitivamente empezaré algún curso a la salida del trabajo, porque con tanto tiempo libre, francamente, no sé qué hacer.
-Esperando nunca nos pase a nosotros-
Hace 6 meses
1 comentario:
Cómo es que recién descubro tienes un blob, me he paseado por tu leras la tarde entera llenándome de la sensibilidad de estas. Eres maravillosa escribiendo y ha sido el placer más grande entrar por tu puerta.
Un abrazo grande, espero seguir leyéndote siempre.
Besos, Freya.
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