Otra vez la incertidumbre de la hoja en blanco, la odiosa incertidumbre de la triste hoja en blanco, la sublime incertidumbre de una nueva hoja en blanco....
Mente y papel esperando amalgamarse y el sonido de las musas que casi imperceptible acecha, las tenues voces de las musas que se filtran desde el fondo de mi Alma.
Insospechable la cantidad de palabras encerradas en el abismo del silencio; palabras que pugnan por salir aún cuando no se les ofrece resistencia...sentimientos dormidos, viejas y familiares sensaciones que se enredan en mí, y dan origen a un nuevo encuentro con ese entrañable amigo que nos alimenta, y nos recrea, nos contiene, nos alberga, nos vulnera...un complemento casi olvidado sin el cual no seríamos y en el cual nos reflejamos.
Poco a poco el Alma comienza a henchirse de una cierta y profunda satisfacción, sin importar mucho lo que encierra lo escrito entre líneas puede verse mucho más de lo que quiere decirse, y eso es precisamente lo que quiere lograrse.
No existe experiencia más edificante que revelarse, desnudarse, aceptarse vulnerable frente al papel, a un lienzo, a un pentagrama...darse a conocer incluso hasta frente a uno mismo, peor crítico existente, y muchas veces primero en sorprenderse de lo que somos capaces. Creamos desde el más oscuro inconsciente sin saberlo, volcamos sin darnos cuenta hasta todo lo que nos negamos ser, sentir, pensar, decir, liberamos fantasmas impensables, expiamos culpas y ofensas jamás confesadas; redimimos nuestro ser, con cada palabra, pincelada, cada nota, cada golpe en el cincel, .... Sacamos la luz desde lo mas oscuro y tenebroso, y reinventamos las tinieblas desde la más deslumbrante de las llamas...nos atrevemos a soñar despiertos, a enfrentarnos, a rebelarnos, somos sin limitaciones... nos asusta, nos cohíbe, pero no podemos resistirnos a caer una y mil veces en ese encantamiento...en el encanto de demostrarnos quienes somos realmente y triste u orgullosamente aceptarnos...
Hace 6 meses
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